martes, 26 de agosto de 2014

Capítulo 6 - Investigaciones y experimentos


Deron llevaba ya un rato esperando a que Uriane apareciera, pero no quería entrar todavía porque presentía que si hubiese estado él ya sentado cuando entrara, se hubiera puesto más nerviosa y tensa que si era ella la que lo aguardaba a él. Y necesitaba que estuviera todo lo relajada posible para que la conversación fluyera.

De todas formas, aún se demoró unos minutos en entrar, no fuese a pensar que la estaba acechando, aunque era precisamente lo que estaba haciendo...

— Hola, Uriane —saludó nada más verla dándole dos besos en cuando ella hizo amago de incorporarse.

— Hola —respondió ella sorprendida por la confianza con que le había saludado.

Deron se sentó frente a Uriane sin perder la sonrisa.

— ¿Quieres algo? —preguntó ella señalando su bebida—. Yo había pedido un chocolate; no sabía cuánto ibas a tardar —se excusó.

— No pasa nada —respondió él, sin darle importancia. Aun y todo, no tardó mucho en pedir al camarero otro chocolate para sí mismo.

Pero entonces surgió un silencio algo incómodo para ambos; Deron porque no sabía cómo conducir esa conversación inexistente, y Uriane porque no sabía ni qué decir.

— Y bien... —acabó Deron atreviéndose a hablar—, ¿cómo es que te decidiste a llamarme?

Esperaba que no resultara una pregunta demasiado incómoda, pero la verdad es que no sabía de qué otra forma empezar.

En un primer momento Uriane pareció avergonzarse un poco, pero sin llegar a sonrojarse.

— Fue algo más bien... —Uriane buscaba una palabra con la que definirlo—, impulsivo —acabó diciendo, satisfecha.

Deron sonrió a su respuesta.

— ¿Sueles ser impulsiva? —preguntó.

— No sé —Uriane parecía sorprendida por la pregunta, y sopesó la respuesta, pues nunca se había puesto a pensarlo—. La verdad es que no suelo tener muchas ocasiones para hacer locuras como esta —Deron sonrió en su fuero interno al ver cómo apelaba a su "cita"—, pero cuando decido algo no suelo echarme para atrás, lo hago sin pensármelo dos veces.

— ¿Y las travesuras? —preguntó antes de que ella pudiera interesarse sobre él, algo que no le convenía en absoluto.

— ¿A qué te refieres?

— No sé, a las típicas trastadas o bromas que se suelen hacer a los demás —explicó Deron.

Uriane puso una cara extraña, como si le molestara el solo hecho de pensar en ello.

— No, la verdad es que nunca me han llamado este tipo de cosas.

Y después de decir eso su gesto cambió, como si estuviera triste o recordando algo que la disgustara.

Deron observaba cómo se reflejaban sus sentimientos en su rostro con interés. Llevaba unas semanas analizando lo transparentes que eran los humanos, pero aún se sorprendía. Probablemente ni siquiera se daban cuenta de que eran un libro abierto, pensaba él, y no entendía cómo era que aún no habían aprendido a leerse mejor entre ellos.

— Entonces... —continuó, no queriendo que la conversación decayera—, ¿te consideras una buena chica?, ¿de las que no hacen trastadas? —y con esas palabras y un gesto gracioso consiguió que Uriane volviera a sonreír e incluso riera.

— Sí, la verdad es que tienes cara de no haber roto nunca un plato —y le guiñó un ojo.

Uriane cogió su chocolate y se llevó la pajita a la boca para dar un sorbo, no queriendo añadir nada más, pero sin poder evitar la sonrisa. Deron la imitó y estuvieron mirándose, sonriéndose y bebiendo unos momentos antes de que Uriane volviera a dejar su vaso sobre la mesa.

— Me apetece salir a dar una vuelta, ¿te vienes? —dijo Uriane de repente, siguiendo un impulso.

Cogió su chocolate con una mano, y con la otra agarró la de Deron y tiró suavemente hasta que se levantó. Deron no discutió y ambos salieron a la calle a dar un paseo por el parque que tan bien conocían.

Deron quería seguir investigando sobre ella, hacerle más preguntas. Pero no se le ocurría qué preguntar que no la hiciera sentir incómoda o que sonase extraño. Quería saber todo sobre ella; y ya no sabía si era por el deber que le inspiraba su misión, o si había algo más personal en su curiosidad.

— ¿Por qué me miras? —le preguntó Uriane en su momento de mayor abstracción.

— ¿Y por qué no? —le devolvió la pregunta el aludido, sonriendo, y sin dejar de mirarla.

Uriane hizo un gesto que él no pudo descifrar y apartó la mirada.

— No sé qué pensar sobre ti, ¿sabes? —dijo como para sí misma—. ¿Debería fiarme de ti?

Deron no respondió, ni siquiera sabía si ella esperaba una respuesta. Pero cuando giró la cabeza para enfrentarlo, mostrando sus ojos llenos de dudas, quedó claro no era una pregunta retórica.

— Eso tendrías que decidirlo por ti misma —acabó diciendo él, no sabiendo qué otro tipo de respuesta dar.

La mirada de Uriane era suspicaz, pero no logró deducir ningún tipo de connotación de la respuesta de Deron.

— ¿Y si decido que no? —continuó preguntando.

Deron sonrió.

— Sigo trabajando por que cambies de opinión.

Uriane no quedó nada satisfecha por su respuesta, pero siguió andando mientras le daba vueltas a las palabras de Deron.

— Cuéntame algo sobre ti —rompió Deron el silencio.

— ¿Cómo qué? —preguntó Uriane jocosa, como si no tuviera nada interesante que contar, cosa con la que Deron discrepaba.

— Háblame sobre tu familia —sugirió mirándola de reojo.

Uriane, a pesar de que se pudiera creer lo contrario, no tenía ningún problema en hablar de ello. Para ella era natural, y si a los demás les resultaba incómodo, no era su problema.

— Mis padres son adoptivos —y aunque lo dijo con naturalidad, no pudo evitar la curiosidad de saber cómo reaccionaría Deron.

— ¿Recuerdas a tus padres biológicos? —preguntó él enseguida, desconcertando a Uriane, que suponía que se sorprendería, aunque fuera un poco.

— No, era demasiado pequeña. De hecho, si no me hubiesen dicho que era adoptaba, habría creído que son mis padres biológicos.

— ¿También tienen tu tono de pelo y el color de tus ojos?

— No —rió Uriane—. ¿Pero cómo sabes que no es teñido o que no llevo lentillas? —siguió con la broma.

— No pareces de ese tipo de chicas —dijo él aún sonriendo.

Uriane no pudo más que tomárselo como un halago.

— Entonces... ¿no tienes ni idea sobre quiénes eran tus verdaderos padres? —no pudo evitar insistir.

— No —negó, esta vez más fuerte—. Ni siquiera si están vivos o muertos. De todas formas, creo que podemos hablar de muchos otros temas —dijo queriendo desviar la conversación, pues empezaba a sentirse incómoda por el interés que él parecía tener en su ascendencia.

— Lo siento —se disculpó con una sonrisa—. ¿Por qué no me hablas entonces sobre tu afición al dibujo?

— Siempre he dibujado —le confesó sonriendo—. Supongo que no es sorprendente que quiera dedicarme a ello, ¿no?

— Supongo que no —le sonrió él.

— De todas formas, todavía no me has dicho nada sobre ti —rompió ella el contacto visual.

Deron esperaba que alguna vez surgiera la pregunta, pero esperaba poder evitarlo un poco más.

— ¿Qué quieres saber? —le preguntó vencido.

— ¿A qué te dedicas? —dijo tras meditarlo unos segundos.

— Hago trabajos de investigación —respondió él, tratando de darle un cariz algo más humano.

— ¿Eres periodista o algo así? —preguntó ella.

— Algo así —le sonrió él.

— ¿Y qué estás investigando ahora? —le giñó el ojo.

— No sé muy bien cómo explicarlo... —dudó él.

— Inténtalo —le animó.

Deron negó con la cabeza, mirando al suelo, pero sin perder la sonrisa. Le pidió disculpas a Uriane con un gesto, aunque no pudo evitar ver el desánimo en su rostro.

— ¿Cuánto tiempo llevas siendo amiga de esa chica...? Julene, ¿verdad? —preguntó, no queriendo que la conversación decayera.

— Desde que entramos a la universidad —Deron se hizo el sorprendido.

— Parece que hay mucha confianza entre vosotras —dijo.

— Y la hay... —asintió Uriane—. Es solo, que antes de la universidad y no era tan... sociable —le costó encontrar la palabra—. Lo cierto es que sigo sin serlo —rió ella—. Supongo que es Julene, que ve algo en mí que los demás no.

— Eso es porque los demás no han mirado lo suficiente —dijo Deron. A él le salió de forma natural, pero Uriane no pudo dejar de pensar que era lo más bonito que le habían dicho nunca.

— Esta es mi casa —dijo Uriane, dándose cuenta de dónde estaban. También se sorprendió de lo tarde que era, las farolas incluso estaban encendidas—. Supongo que ya es hora de decir adiós —dijo con tono nostálgico.

— No me gusta la palabra adiós —Uriane alzó la mirada—, es muy definitivo, ¿no lo crees? —buscó el asentimiento en su mirada.

— ¿Qué te parece entonces... hasta pronto? —sugirió ella.

— Me gusta... —sopesó él—. Hasta pronto, Uriane —dijo él.

— Hasta pronto, Deron —se despidió Uriane no pudiendo evitar la sonrisa, suerte que la de Deron era el reflejo de la suya.

Uriane se dio la vuelta, y cuando ya había dado unos cuantos pasos hacia su portal, la voz de Deron lo detuvo.

— Espera un momento, Uriane.

Y cuando se dio la vuelta él estaba mucho más cerca de lo que hubiera esperado. Tan cerca que solo faltó un aliento que separara sus bocas.

Entonces Deron la besó. Fue un beso breve, no uno apasionado como en las películas. Los labios de Deron rozaron los de Uriane tentativamente, como retándola a responderle. Ella, sin embargo, estaba demasiado perpleja como para tener reacción alguna, y antes de que pudiera asimilarlo, él ya se había apartado.

Uriane lo miraba como buscando respuestas.

— ¿Porqué...? —acertó a preguntar.

— Tenía que probar —respondió Deron pensativo, como analizando los resultados de un pequeño experimento.

Uriane le miró con sospechas, no sabiendo exactamente cuáles habían sido sus intenciones. Pero la sonrisa de Deron era contagiosa, y no pudo evitar lucirla antes de atravesar el umbral.

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