me has tenido bien atada
de pies, manos; y a la espalda
fría mirada guardada
como es aquella presta arma

Guerra perdida la tuya,
la mía lucha lejana.
Derrame de amor el mío
en una causa dejada.
¿Si te olvidaré algún día?
Quisiera ser recordada
no por el haber perdido,
por haber sido encerrada
en el dolor que causaste
al tratarme como a extraña.
Leyre H. Palacios
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