sábado, 4 de mayo de 2013

Prólogo - Los Vigilantes Alados


Heria vigilaba como siempre la Tierra junto a su compañero Féreo desde el cielo. Ese planeta tan azul siempre los había cautivado, pero desde que trabajaba como observadora le gustaba aún más, era su pasión. Le encantaba ver cómo los humanos crecían, vivían y morían desde su elevada posición, era como vivir la vida una y otra vez a través de otra persona. Aunque debía admitir que lo que más le gustaba de su trabajo era la compañía. Desde que conoció a Féreo no había querido estar con ningún otro ángel. Lo amaba, pronto se casarían. 

Ese día había poca acción en la Tierra, a veces los humanos la exasperaban, siempre cometiendo los mismos errores. Pero también era lo que más le gustaba de ellos. Nunca parecían estar satisfechos. Como esa pareja que observaba. La mujer no podía tener hijos, así que habían decidido adoptar una niña. 

Era lo que más la emocionaba, ver cómo los humanos ponían en práctica su lado más bondadoso y apartaban su mente de ellos mismos para ayudar a los demás. Hacía que se sintiera más viva, como si tuviera algo que ver con ello. Ya sabía que no era así, pero cómo los demás se comportaban de forma correcta tenía un efecto vivificador en ella, por lo que también se angustiaba muchísimo en las guerras. Todavía no podía comprender cómo podían los humanos poner argumentos a una acción tan vil como matar, le ponía los pelos de punta. 

—Mira Heria —interrumpió sus pensamientos Féreo—. Una adopción. 

El ángel le lanzó una mirada llena de amor que hizo que se estremeciera al tiempo que posaba su mano sobre la suya. 

—¿No es hermoso cuando los humanos hacen esas cosas? Me encanta ver cómo se ayudan entre sí. 

—Y a mí. Pero eso ya lo sabes —respondió ella con una sonrisa—. Aunque... —dijo traviesa—, seguro que no sabes qué es lo que más me gusta ver. 

—Déjame pensar... —pidió él siguiéndole el juego— ¿Que un doctor salve a un paciente que iba a morir? 

Negó con la cabeza. 

—¿Que se salve una familia necesitada gracias a donaciones desinteresadas? 

—¿Te rindes? 

—Creo que no tengo más remedio. 

—La felicidad. 

—La felicidad —repitió él. 

—Sí. Es lo que más amo en el mundo. Ver a los humanos felices y en paz. Ver cómo viven sus vidas y son felices mientras recorren su breve camino, me parece casi un milagro. ¿A ti no? —lo miró ella con sus grandes ojos azules. 

—Me parece más milagroso tenerte aquí conmigo. 

Sin poderlo evitar se acercaron el uno al otro y se fundieron en un dulce beso. 

—Féreo, no puedo seguir trabajando si estoy contigo, tendré que pedir que me alejen de ti —lo recriminó alegremente. 

—Eso nunca. Haría lo que fuera por seguir estando contigo. 

Volvieron a besarse, pero más brevemente. 

Cuando Heria volvió a mirar la niña adoptada tenía ya siete años. Era una chiquilla activa y soñadora y sonrió. Pero no se la veía del todo feliz, no tenía amigos y eso hacía que se volcara aún más en el dibujo, que era su pasión. 

—Pobrecilla, está sola —dijo apenada. 

—Ya. 

Féreo se fijó en sus compañeros de clase, en la gente que rodeaba a la niña. No encontró rechazo. Si no una sensación de que ella estaba fuera de lugar, fuese donde fuese. Los únicos que la trataban con normalidad eran sus padres, que la conocían y querían desde que la vieron por primera vez. 

—Es extraño, a los demás no les parece desagradable, ni siquiera tan extraña como para no estar con ella. Es como si sintieran que ella no debe estar con ellos. 

—Sí, yo también he notado algo extraño. 

—Pero ella sí que quiere acercarse, no parece algo normal. 

—Es como si una fuerza externa la estuviera alejando de los demás. —le dio ella la razón. 

—Como si alguien quisiera impedir que estuviera rodeada de amigos. 

La pareja se sentía extrañamente intranquila, habían visto muchísimas veces casos de discriminación social o cosas peores, pero esto los alteraba mucho más. Y no entendían por qué. 

—¿Crees que deberíamos avisar a alguien? —preguntó Féreo sin pensar. 

—No, seguro que es algo normal —dijo Heria, aunque sentía lo mismo que su compañero—. Ya hará amigos. 

Ahora tenía ya once años. Iba creciendo, pero sus relaciones parecían tan paradas como antes. Quedaba con sus compañeros para hacer trabajos y también solía hablar entre horas con unos y con otros, pero seguía sin encontrar amigos. Habitualmente andaba sola, pensando en hacer un dibujo de esto y de lo otro, pero nunca atada a alguien. 

Las chicas pasaban de ella porque no le gustaba hacer las cosas que ellas hacían y los chicos también la dejaban aparte porque no les gustaba juntarse con chicas. Las tardes las pasaba en casa haciendo los deberes, a no ser que fuese a la piscina a nadar o al parque a dibujar. Le encantaba hacer cualquiera de las dos cosas. Pero nunca acompañada. 

Sus padres no se preocupaban porque a su hija no parecía preocuparle. Cuando hablaban de ello la niña exponía que no le gustaba estar con las chicas de su edad y que tampoco se encontraba a gusto con los chicos, así que prefería estar sola. A sus padres no les agradaba esta actitud, pero tampoco podían cambiarla, así que decidieron hacer caso omiso hace tiempo. 

Todo esto podría parecer normal, pero no lo era para Féreo y para Heria. Ellos seguían viendo que el aura de esa niña estaba teñida con algún tipo de fuerza que la separaba de los demás. 

—No es normal Féreo, tenemos que hacer algo. 

—¿Qué? ¿Alertamos al consejo porque una niña no se relaciona correctamente? 

—No —se sentía tan frustrada como él—. Pero no sé, es que es tan extraña. 

—Lo sé, cielo. Debemos esperar a ver qué pasa. Porque a parte de ese velo que la recubre no parece haber nada extraño en ella, ¿verdad? 

—Verdad. 

—Podría ser simplemente una broma de algún ser inofensivo. 

—Supongo. 

—Así que lo único que debemos hacer es esperar y ver si esa fuerza desaparece con el tiempo. ¿De acuerdo? 

—Sí, claro. 

Heria sonrió y se acercó para besarlo. 

—Tú siempre tan sensato. 

Féreo no se había equivocado, a la edad de quince la capa que la aislaba de sus compañeros empezó a desvanecerse. Pero sus relaciones no cambiaron. Los demás ya no la rechazaban, pero ella después de tantos años acostumbrada a no encajar ni se percató de ello. 

Aunque sí hubo otros cambios. Fue su actitud, perdió la frescura, por decirlo de alguna manera. Parecía más distante aún, como si ansiara algo que necesitaba tener, como si echara en falta algo en su vida. Su vista se dirigía al cielo a veces, como si quisiera tocarlo, tenerlo entre sus manos. Otras veces sentía ganas de esconderse entre las piedras y no salir nunca más, como si fuese lo que debiera hacer. Y ella no parecía consciente. 

Después de todo, el aura no se desvaneció. Ahora parecía como si una nueva fuerza surgiera de ella. Una fuerza desconocida para la comunidad angelical. 

Féreo y Heria se miraron asustados. 

—No es normal. Debemos hacer algo. 

—Tenemos que informar al consejo —determinó Féreo. 

Enseguida todo se puso patas arriba. Nadie sabía qué quería decir esa extraña fuerza que emanaba de ella. Parecía una chica completamente normal, pero cualquier ángel podía detectar el poder que transmitía, un poder sobrehumano y desconocido para ellos. 

Por fin, decidieron enviar a alguien a investigar a esa chica. Fue una decisión difícil porque las únicas pruebas que tenían de que no era normal eran sus sensaciones. Aun así lo hicieron y un ángel bajó para espiar a una chica que tenía recién cumplidos los diecinueve años y de apariencia poco sospechosa para cualquiera que no tuviera unos poderes tan desarrollados como ellos. 



Deron se miró las alas por última vez. Sabía que no las volvería a ver en algún tiempo y se entristeció. Pero estaba preparado para lo que le echaran. Él cumpliría su misión sin rechistar, como siempre. Y luego volvería a casa, a su hogar.

4 comentarios:

  1. vaya, no había leído el prólogo, ahora le veo mucho más sentido a todo...
    porque será ella tan especial?? tengo ganas de averiguarlo!! ^^
    así que tendrá a angeles negros rondádole, por eso sueña con angeles de alas grises... que mal.. pero bueno, al menos alguien ha ido a ayudarla ^^

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    1. Jajajaja, no vas mal encaminada, pero tampoco en la dirección correcta ;).
      Besos desde http://lecturasilenciosas.blogspot.com

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  2. Bueno, espero que ahora se vea este comentario, como ves este es el único que he leído de la historia, y me siento identificada con la chica:) Leeré más en cuanto los exámenes no me den miedo:))
    La verdad es que la trama es interesante y deduzco que va a ser más que original e impresionante. Un beso, cielo!

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    1. Muchísimas gracias, Lucía :D.
      No te preocupes por los exámenes, estaremos de vacaciones antes de lo que piensas ;) (Al menos las de navidad, jeje).
      ^^ Muchísimos besos desde lecturasilenciosas.blogspot.com

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