¿Qué es la escritura?
Escribir es bailar, y no solo importa la música a cuyo compás te muevas, sino también tus movimientos. Porque a pesar de que esa melodía te defina, son tus pasos los que la mueven.
Escribir es eso. Es elegir, incluso componer, la más maravillosa música, la melodía que mueve tu corazón; y saber moverse a su compás. No, es más que eso. Es moverse de maneras en que nadie esperaba, es saber definir tu propio pulso mediante tus movimientos, y sorprender o encandilar al espectador.
Escribir es improvisar y salir al escenario desnudo, sin saber cuál será el siquiente compás. Escribir es ensayar y ensayar durante meses hasta llevar tatuados la melodía y los pasos en la mente. Escribir es escuchar un ritmo y dejarse llevar.
Pero escribir también tiene algo que el baile no tiene: la escritura perdura. Tras bailar solo mantienes la sensación, el recuerdo. Y si resulta, por algún casual, que lo has grabado, podrás experimentar el punto de vista del espectador, pero nunca revivirlo.
En la escritura, sin embargo, la distancia entre intérprete y espectador se desvanece. Parece irónico, porque entre autor y lector puede haber no solo la mayor de las distancias, sino también una barrera temporal infranqueable. No obstante, es imposible acercar moralmente más a dos personas.
Un escritor está al mismo tiempo que escribe, leyendo sus palabras; lo cual lo convierte al mismo tiempo en su propio espectador y crítico. Y cuando relea aquello que ha escrito, podrá revivir las sensaciones que escribirlo le supusieron.
Alguien dijo que leemos para no sentirnos solos, y yo digo, también es para no sentirnos solos que escribimos.
Escribir es eso. Es elegir, incluso componer, la más maravillosa música, la melodía que mueve tu corazón; y saber moverse a su compás. No, es más que eso. Es moverse de maneras en que nadie esperaba, es saber definir tu propio pulso mediante tus movimientos, y sorprender o encandilar al espectador.
Escribir es improvisar y salir al escenario desnudo, sin saber cuál será el siquiente compás. Escribir es ensayar y ensayar durante meses hasta llevar tatuados la melodía y los pasos en la mente. Escribir es escuchar un ritmo y dejarse llevar.
Pero escribir también tiene algo que el baile no tiene: la escritura perdura. Tras bailar solo mantienes la sensación, el recuerdo. Y si resulta, por algún casual, que lo has grabado, podrás experimentar el punto de vista del espectador, pero nunca revivirlo.
En la escritura, sin embargo, la distancia entre intérprete y espectador se desvanece. Parece irónico, porque entre autor y lector puede haber no solo la mayor de las distancias, sino también una barrera temporal infranqueable. No obstante, es imposible acercar moralmente más a dos personas.
Un escritor está al mismo tiempo que escribe, leyendo sus palabras; lo cual lo convierte al mismo tiempo en su propio espectador y crítico. Y cuando relea aquello que ha escrito, podrá revivir las sensaciones que escribirlo le supusieron.
Alguien dijo que leemos para no sentirnos solos, y yo digo, también es para no sentirnos solos que escribimos.